2 jun 2013

591-600

591 Charbelí Ramos Chávez
Había una vez un periodista que buscaba siempre la verdad. Cuando la tuvo en sus manos le pareció tan insignificante que la soltó y se convirtió en paparazzi.
Charbelí Ramos Chávez
Había una vez unas gafas mágicas: cuando un tonto se las ponía, los demás creían que era un sabio.
Luis Petranko
Había una vez, un mecánico gringo que me invito a conocer su casa y su esposa, su casa tenia un oyo del tamaño de una picina para niños, y su esposa era bonita, hacia frio y caia agua nieve, nos tomamos una botella de vino, brindamos, y convivimos, aun que no entendia bien el ingles, el repetia con orgullo, "this is my place, my place and you're welcome..."
Andrea Sirota
Había una vez 
una cavidad oscura
y vacía, 
donde un puñado de
viscosas semillas
eran silenciosamente
mecidas, por un líquido
dulce y aromático.
Le llamaban corazón 
de melón.
Carolina Berta
Había una vez un ruido al que le gustaba caminar en puntas de pie. Coleccionaba sustos de quienes no lo sentían venir.
Marta-lá Ortiz
Había una vez una luciérnaga, que se apagó para poder ver las estrellas...
Patricia Gandaria
Había una vez una Bella, que se enamoró de una Bestia, y le envió una carta para confesarle su amor, escribiéndole, al final "tulla, para lo que nesecites, con todo mi corason, Bella". La Bestia lo pensó y lo pensó, y al final decidió ni siquiera contestarle. Se dedicó a escribir cuentos breves, y uno de esos cuentos se llamó "La Bestia y la Bestia".
Andrea Sirota
Había una vez una espera.
Una oficina pública.
Unos empleados indiferentes.
Un turno que nunca llegaba.
Carolina Berta
Había una vez una lluvia finita que empapaba y calaba los huesos. Se reía bajito cada vez que agarraba a algún desprevenido sin paraguas, y soltaba una carcajada cuando mojaba a los que pensaban que ella era una lluvia que no merecía resguardo. Las lluvias crecidas la retaban, dos por tres. Que así no, que para avisar estaban los truenos, que luego la gente iba a desconfiar del tiempo. Ella, muy pancha, siguió cayendo casi como cae la nada, sobre los techos y bancos y pastos y rostros, y vos y yo.
Maga Uruguaya
Había una vez una lágrima manipuladora. Cada vez que se asomaba, la madre cancelaba la penitencia.

 

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