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había una vez una página en blanco que
le tenía miedo a las palabras y a los dibujos, y andaba esquivando lápices y
plumas, blanca y silenciosa. Con los años se fue poniendo amarillenta y reseca,
pero seguía orgullosamente escapando de poetas y de artistas, desnuda y llena
de posibilidades. A medida que pasaba el tiempo se sentía cada vez más más
importante y llegó a pensar que sólo valdría la pena renunciar al vacío si se
encontraba con un poeta que la mereciera de veras, capaz de escribir sobre su
piel un poema capaz de encender al mundo. Una noche de invierno fue a dar a la
bohardilla helada de un príncipe que azul, tiritaba de frío, con una pluma en
la mano. Se hizo ver, dejó que los delgados dedos la acariciaran. El la arrugó,
le dio forma de flecha y le acercó un fósforo. Las llamas pintaron ocres y
sombras sobre la hoja y cálidos anaranjados sobre las palmas del príncipe azul.
Esa noche el crepitar de ella consumiéndose sonó a canción en los oídos del
príncipe, que con el alma encendida decidió nunca más escribir y dedicarse al
negocio familiar de la guerra y la exportación de dragones.
Ya que estamos mi primer divague de la
noche....
Había una vez que se encontró con otra, pero esa fue
otra vez.....malo no ? :)
Estiré la mano y toqué la superficie. Una
ranita se posó en mi dedo verde. Estiró su lengua y la enrolló sobre el
mosquito. Éste dejó caer su gota de sangre.
Habia una vez... un debut ilusionado y
una despedida que se apuró en llegar
Había una vez ?
Había una vez una esperanza, murió
última, por tanto sola y no hubo nadie que la llorara.
Había una vez... un pasado que insistía
en ser presente, muchos dijeron que eso no tenía futuro...
Había una vez...alguien que cerró la
puerta y se tragó la llave. Cuántas veces buscamos fuera lo que tenemos dentro.
Había una vez una mujer que cada mañana
sumergía la cabeza en salmuera para librarse de los sueños sucios.
NARICES, MENTIRAS Y VERDADES.
Había una vez un niño llamado Pinocho, a quien le había crecido muuucho la
nariz, de haber mentido tanto.
Otra vez (diferente a la del principio), pasó frente a su casa el señor Cyrano
de Bergerac.
Pinocho quedó impactado por su enorme nariz.
"No soy el único" -pensó-. Confirmando -en principio- la veracidad de
uno de los factores curativos de la experiencia grupal, según Yalom, que se
puede resumir en la máxima de Palito Ortega "A mí me pasa lo mismo que a
usted".
El niño lo detuvo y le dijo: - Señor, señor, le
puedo hacer una pregunta? (Lo mentiroso, no quita lo cortés).
- Claro, niño, pregunta, qué quieres saber?
Contestó Cyrano -que era recontra cortés- al tiempo que hacía una reverencia
con su gran sombrero.
- Ud. ... es tan narigón por haber mentido muuucho?
- No, pequeño -contestó el caballero- al contrario.
Yo me veo obligado a mentir, por ser tan narigón.
Pinocho quedó perplejo ante tal respuesta. Las
enseñanzas de su padre, todo su mundo se desmoronaba...
A menos que...