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Había una vez un duelo de miradas, una
era miope y la otra estrábica. El premio fue declarado como desierto y el campo
visual como confuso.
Dicen que hubo una vez una Excusa muuuy
pero muuuy grande... taaan pero taaan grande... que se creyó a sí misma, se
tornó en Verdad y en una total pérdida de Obligaciones y Responsabilidades
Había una vez una niña sentada al
cordón de la vereda. Miraba pasar las cosas de la siesta. Las hormigas cargando
mordiscos de hojas verdes, las chicharras invisibles, el remoto ronroneo del
tren. Una porción de su rostro reflejado en el agua detenida. No se preguntaba
mucho sobre las cosas; el mero paso del tiempo la hacía feliz. Aún después de
olvidar su nombre, la mujer recordó esa tarde muchas veces en su larga vida.
Había una vez un impuntual que, por
llegar tarde a su muerte, resucitó a los tres días.
Una lágrima que de tristeza se lanzó al
vacío.
Había una vez... truz.
Había una vez una viejita que vivía con
once gatos, una noche sin luna los gatos olvidaron cerrar la buhardilla y la
viejita escapó por los tejados.
Había una vez un perro que esperaba a
su dueño. Y aunque él no sabía que no era un perro, y que tampoco tenía dueño;
sentarse a esperar le llenaba de esperanza.